En primer lugar, valora su timidez como una característica de su personalidad que tiene algunas cualidades muy positivas. La timidez, por ejemplo, suele venir acompañada de gran imaginación y entretenerse con cualquier cosa, a menudo son más reflexivos y actúan de una forma más cuidadosa ante situaciones nuevas o peligrosas. Acostumbran a tener menos amigos, pero estos lo son para toda la vida. Se toman su tiempo antes de actuar, pero se involucran a fondo en los proyectos que emprenden… Todas estas características hacen del niño tímido una persona con gran potencial, siempre que aprenda a valorarse y a ser consciente de su propio temperamento.
Si tu hijo tiene un problema de timidez, evita por todos los medios (es difícil, lo sé) ser su voz ante los demás. No hables por él ante los desconocidos “el colegio, muy bien, ¿verdad, cariño?” ni le obligues a contestar “no ves que te están hablando, ¡contesta!”. Tampoco le pongas en evidencia delante de los demás: “es que es muy tímido, no hay forma de que salude a los vecinos, no sé ya qué hacer con él”.
Puedes ayudarle teniendo paciencia y aguantando el silencio con una sonrisa. Normalmente es la otra persona la que lo acaba llenando, no te preocupes. Puedes utilizar el humor “Valentina tiene la mejor sonrisa en diferido del mundo, cuando menos te los esperes llegará”, también puedes empatizar con tu hija y mostrarle tu confianza en que cada vez lo hará mejor: “a veces cuesta contestar a los desconocidos, es normal, no sabes muy bien que decir… seguro que poco a poco lo harás mejor”