Antiguamente se creía que la construcción de amigos imaginarios era propia de los niños criados en instituciones; hoy se sabe que la mayoría de los niños que crean amigos imaginarios pertenecen a la población normal, es decir, que no tienen ningún tipo de trastorno.
Incluso se ha descubierto que estos niños pueden sobresalir en determinadas capacidades cognitivas, como la compresión de la teoría de la mente y las emociones. No obstante, también existen niños que crean estos amigos imaginarios para compensar carencias afectivas o sociales.